lunes, 19 de marzo de 2012

JUDAISMO

El Judaísmo, es padre de todas las religiones monoteístas, está basado en la fe de un solo Dios. A diferencia de otras religiones, éste no está centrado en un profeta o en un salvador, sino en la idea de un pueblo elegido. La corona de la Torá El culto se desarrolla en la sinagoga. Algunas sinagogas de la Reforma son llamadas templos, sobre todo porque los hebreos reformados, a diferencia de los ortodoxos, no creen que el templo de Jerusalén será reconstruido en los días del Mesías y que se ofrecerán, nuevamente, sacrificios de animales, por lo cual la sinagoga ha tomado, ahora, el lugar del antiguo Templo. En la sinagoga moderna los servicios son oficiados por los rabinos y por el cantor -que lee las oraciones cantadas-, pero en la doctrina hebrea no hay nada que impida a ningún hebreo oficiar cualquier servicio, incluida la celebración religiosa del matrimonio. El rabí no es un sacerdote. La palabra "rabí" significa "docente" o "maestro" y su función consiste en explicar la religión hebrea. Hasta el siglo catorce no han existido los rabinos de profesión; los hebreos docentes se ganaban la vida ejerciendo una profesión, por ejemplo, la de médico, y explicaban la religión hebrea en las horas libres y gratuitamente. Los rabinos del período más antiguo provenían de todas las clases sociales. Algunos eran hombres de negocios, otros artesanos, otros aun zapateros. La única cualidad requerida era el conocimiento de la Torá. Esta palabra, que significa "enseñanza", indica en primer lugar el Pentateuco, esto es, los cinco libros de Moisés, y después, por extensión, todo el complejo de la doctrina hebrea. Los trece principios El Hebraísmo no ha conocido jamás un mecanismo verdadero y propio para la formulación de los dogmas, encargados de decidir de manera autoritaria y categórica lo que un hebreo debe creer para ser hebreo. Sin embargo, sería equivocado concluir que el Hebraísmo no tiene dogmas y que un hebreo puede creer lo que quiera. Examinemos los trece principios de la fe hebrea como han sido formulados por Moisés Maimónides, el hebreo más grande del Medioevo. Existen otras creencias, como aquella de la elección divina de Israel, que no están incluidas entre los 13 puntos y que todavía muchos hebreos consideran básicos. Los principios de Maimónides son: Fe en la existencia de Dios: en su unidad; en su incorporeidad; en su eternidad; la fe que necesita adorar sólo a Dios; la fe en los Profetas; que Moisés es el más grande de los profetas; que la Torá es de origen celestial; que es inmutable; la fe en el hecho de que Dios conoce las acciones de los hombres; que recompensa a los buenos y castiga a los malvados; la fe en la venida del Mesías; la fe en la resurrección de los muertos. La profesión hebrea de fe es el shemán: "Escucha, Israel, el Señor Dios nuestro es el único Dios" (Deuteronomio 6,4). El niño hebreo aprende a recitar estos versículos apenas empieza a hablar; los hebreos devotos los recitan diariamente en la mañana y en la tarde, y los moribundos los repiten como la última afirmación de su vida. Más allá del tiempo y del espacio: Dios está más allá del tiempo y del espacio y el universo está subordinado a él. Él es trascendente e inmanente. Existe fuera del mundo y al mismo tiempo está implicado en él. La oración y el culto van dirigidos sólo a Dios: También la oración dirigida a Dios a través de un intermediario está prohibida. Los principios sexto, séptimo, octavo y noveno conciernen a la revelación: Parece que Maimónides haya subrayado, de manera particular, el séptimo y noveno punto en respuesta a la exigencia del cristianismo y del islamismo, los cuales sostienen que ha surgido un profeta más grande que Moisés y que el Hebraísmo, aunque una vez era válido, ahora ha sido superado. Hasta hace poco, con algunas excepciones, los doctores hebreos han afirmado que los libros de la Biblia hebrea (el Antiguo Testamento) han sido revelados al hombre por inspiración divina, si bien en diferentes niveles. Ellos afirman que el Pentateuco (la Torá verdadera y propia) ha sido dictada por Dios a Moisés y lo consideran como la palabra de Dios verdadera y propia. Los libros proféticos de la Biblia habrían sido escritos por los Profetas bajo el influjo de la profecía (un grado inferior con respecto a la inspiración concedida a Moisés), mientras los libros de los Hagiógrafos (incluidos los Salmos y los Proverbios) habrían sido fruto de un grado todavía más bajo de inspiración, como espíritu santo. Todo esto está expresado en la norma hebrea que prohíbe colocar los libros Hagiógrafos por encima de los libros proféticos y estos últimos por encima de la trascripción del Pentateuco y los otros libros de la Biblia, y en segundo lugar la Torá oral o las enseñanzas que Dios habría dado a Moisés oralmente, además de las elaboraciones y de las aplicaciones que ahora se encuentran en las obras rabínicas redactadas durante los últimos cinco siglos a.C., la más importante de todas es el Talmud. Existen dos Talmud: el palestino, publicado hacia el año 400, y el Babilónico, más autoritario, publicado hacia el año 500. Los principios décimo y undécimo (Dios conoce las acciones del hombre y las recompensa o castiga según la acción): son aceptados, en grandes líneas, por todos los hebreos religiosos aunque hay considerables diferencias de opiniones en lo que respecta a la naturaleza exacta de la divina providencia y en el modo de concebir la recompensa y el castigo. Esta doctrina significa, quizás, que Dios recompensa directamente en esta vida a aquellos que observan sus leyes y que castiga a aquellos que la transgreden, o significa que la virtud lleva consigo su propia recompensa y la falta de virtud su propio castigo, significa que seremos premiados o castigados en la otra vida y, en tal caso, cuál es la naturaleza del paraíso y del infierno, existe un infierno y, si es así, está concebido como un lugar o un estado de lejanía de Dios, el castigo en el infierno es eterno o limitado a un cierto período. El inicio de la redención: El duodécimo principio se refiere a la fe, muchas veces mencionada en la Biblia, según la cual vendrá el día en el cual este mundo será perfeccionado, la guerra y el odio serán desterrados de la tierra, será establecido el reino de Dios y todos los hombres reconocerán a Dios como su Creador. La fe ortodoxa cree en un Mesías personal, en un ser humano de gran poder, pero no divino, que será un descendiente del rey David y que será enviado con este fin por Dios. A partir del siglo pasado, la opinión no ortodoxa ha hecho hincapié en la venida de una era mesiánica y ha rechazado la doctrina de un Mesías personal, por cuanto parecería demasiado mágico. La idea fundamental es que Dios intervendrá al final en los asuntos humanos, a fin de llevar a su realización la sociedad perfecta que perseguimos. El Hebraísmo cree que Dios no abandonará para siempre este mundo al caos y que un día la humanidad encontrará su redención completa aquí en la tierra. Inmortalidad del alma: El último principio referente a la resurrección de los muertos ha sido variamente interpretado. En los orígenes, la doctrina de la resurrección se refería a los muertos que resurgen de las tumbas y viven de nuevo aquí en la tierra. Después el Hebraísmo asimiló la doctrina de la inmortalidad del alma. Cuando al fin las dos doctrinas se fundieron, sostuvo que cuando una persona muere, su alma continúa viviendo en otro reino hasta la resurrección, cuando será unida al cuerpo en la tierra.

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